La historia de Molly
Actualizado: 16 sept 2020

¡Hola! Esta historia que quiero que compartir contigo es súper personal y sé que se aleja un poco del tipo de contenido que suelo hacer, pero cuando comencé este blog lo hice para tocar de alguna forma u otra la vida de todo el que me lea, y este tema es uno que me apasiona bastante y, si logro cambiar la opinión de por lo menos una persona al leer esto, sentiré que he logrado algo importante.
Cuando escucho a alguien diciendo algo como "quiero un perro de tal raza" siempre me pregunto: ¿lo que quieres es un perro bonito para tus fotos de Instagram o un perro para que te acompañe, sea parte de tu familia, para darle una vida mejor a ese animal que la que tuviera si no viviera contigo? Si realmente te gustan los perros, ¿por qué apoyarías la reproducción irresponsable (como es en la mayoría de los casos) de perros "de raza" cuando puedes salvarle y cambiarle la vida a uno que está sufriendo en la calle?
A propósito de que el próximo 11 de diciembre se cumple el primer aniversario de la llegada de Molly a nuestras vidas, decidí compartir contigo la historia de cómo la encontramos y cómo ha sido la vida con ella desde entonces.
9 de diciembre de 2017: La primera vez que la vimos
Recuerdo el exacto momento cuando la vi por primera vez. Estábamos entrando al lugar donde trabaja mi esposo y la vi de lejos corriendo. Me llamó muchísimo la atención porque era TAN pequeña, mucho más pequeña que cualquier otro perrito que había visto en el área. En ese momento la perdimos de vista, pero un par de horas después, Rafa me envió el video de más abajo, con un mensaje que decía "Hay que llevarla al veterinario. Está muy enferma. Me atrevo hasta a adoptarla." Y a mí sólo se me ocurrió responder "No me digas eso a menos que de verdad estés dispuesto a hacerlo"... Veamos el video y luego continuamos con la historia:
Cuando vi ese video, se me rompió el corazón. Como la primera vez que la vi fue de lejos, no había visto lo mal que estaba su piel y al verla de cerca, sólo pude pensar en que ya era nuestra responsabilidad ayudarla.
Rafa y algunos de sus compañeros pasaron las próximas horas tratando de atraparla, pero no tuvieron éxito. Cuando llegué a buscarlo, me encontré con una escena muy graciosa de personas corriendo en todas direcciones tratando de agarrarla y Molly corriendo como una bala (🤣) hasta que se escondió y no hubo forma de encontrarla. Nos fuimos dejándole saber a todo el mundo que, si la volvían a ver, trataran de atraparla y nos avisaran, pero pasó todo el fin de semana (esto fue un sábado) y nadie lo logró.
11 de diciembre de 2017: La tenemos
El lunes, dos días después de nuestro primer intento de atraparla, Rafa me llamó para decirme que una de sus compañeras había logrado agarrarla.

Nos encontramos un rato después en la veterinaria para que la evaluaran. Pesaba 3 libras y media (la mitad de lo que pesa ahora) y tenía una sarna terrible. Por suerte, el tipo de sarna que tenía no era contagiosa para nosotros (se la contagió su madre en el momento del parto y ella sólo podría contagiarla si alguna vez tiene bebés), así que, cuando la doctora nos preguntó qué íbamos a hacer con ella, sólo nos miramos. Ya era un hecho que esa perrita aterrorizada que no dejaba de temblar sería parte de nuestras vidas a partir de ese día.

La vida con Molly
Desde ese día, nuestra vida cambió. Sé que suena muy dramático para el que no ha pasado por eso, pero es que la Mollita (como le decimos casi todo el tiempo) es, para nosotros, un miembro de nuestra familia. A veces bromeamos que no recordamos cómo era nuestra vida antes de tenerla, pues ahora tenemos que tenerla pendiente todo el tiempo. Si la dejamos en la casa, tenemos que regresar a cierta hora a darle de comer y a sacarla a pasear y así sucesivamente.

